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viernes, 26 de julio de 2013

Del Papa a los jóvenes: "Hagan lío"

Francisco saluda a un chico discapacitado en una favela de Río (EFE).

Del Papa a los jóvenes: "Hagan lío"

Les pidió Francisco a los argentinos que vivieron su rencuentro con Jorge Bergoglio en un clima de euforia y emoción
Ahí cerca, como en la Catedral de Buenos Aires, está Francisco, pero en Río. Es el mismo de siempre, quien antes de hablar mira a todos. Mira con mirada de cóndor. A Francisco en las celebraciones no se le escapa nada. Está en el altar de este templo, que es un cono de 96 metros de diámetro por 76 de alto, con vitrales hasta el piso. El ocupa todo el espacio con el carisma.

Este lugar a él no le queda grande. Sabe que hacer con las manos, poner el corazón en la voz y llegar a las miles de almas que vinieron hasta aquí. El es puntual para los eventos y locuaz, entretenido, con sermones breves. Ocho minutos habló no más que eso y cuanto dijo. A él no le gustan las vallas de seguridad ni el protocolo. No tiene el menor reparo en decirlo. Los jóvenes estallan en aplausos.

La palabra provoca, dice. No tiene mejor idea que pedirle al auditorio que ‘hagan lío’, que vayan a sus diócesis: ‘ahí espero lío’.Carucha‘, les pide disculpas a los obispos y a los curas ‘porque estas palabras pueden meterlos en líos’. Les entrega poder a los jóvenes, les pide que se hagan valer, se rebelen por la falta de trabajo y a los viejos que trasmitan experiencia, que se mantengan atentos, activos.

El primero que hace lío es él, en Argentina, Roma, donde quiera que vaya. Predica con el ejemplo. Acá los fieles deliran. El se va bendiciendo, saludando, entre banderas argentinas, entre voces que lo vitorean, que entonan el Pueblo de Francisco. No hubo ninguna queja, entraron 20.000 personas y otro tanto siguió desde afuera por las pantallas. Plantó semillas, que por la lluvia, germinaron de inmediato.

Un grupo de santiagueños, prometieron que en cuanto llegaran a sus pagos iba a pedir una reunión con el cura, para que abra la parroquia todo el día, también a la hora de la siesta. Otros cordobeses, se sumaron con la idea de denunciar que hay un párroco que no quiere bautizar a los hijos de madres solteras. 

No faltaron quienes iban a pedir la presencia de los obispos porque no los conocen y otros de una localidad bonaerense, estaban decididos a denunciar al arzobispo por la riqueza, las camionetas, el despliegue, ostentación que hace en los pueblos. Encima cierra las parroquias, porque no tienen cura.

Francisco les dio poder a los laicos jóvenes. Ayer mismo, después de la misa comenzaron a trabajar. ‘Este es el Papa que necesitábamos’, decía una joven de Clorinda, con los ojos llenos de lágrimas y otros tantos la acompañaban asintiendo. Se fueron desconcentrando tomados de las manos en fila india para no perderse. 

Francisco, en sus tiempos de arzobispo, hacía lo mismo.
En la última misa que dio para los niños, les preguntó: levanten la manos quienes leen el Evangelio, entre miles de chicos unos pocos levantaron la mano. Ah no, que pasa con los obispos, con los curas ( estaban ahí presentes), chicos hagan lío, están para eso, diganle a los curas y los obispos que les hagan leer el Evangelio.

Hagan lío, les pido que les hagan lío a los curas.  

Imagínense cómo habrá sido el día después, para los sacerdotes y obispos, tras las palabras del cardenal Bergoglio. Por la mañana, cuando estuvo en la fabela de Varginha, con las mismas manos de bendecir, acariciar a los habitantes de la villa 1-11-14, 21 en Buenos Aires los abrazo a ellos que lo esperaban sin poder creer que los fuera a visitar.

La pobreza es conmovedora, sólo en el Africa, vi tantas personas descalzas. Aquí 40 millones de habitantes tienen un salario de 675 reales, el pasaje sale 3. El de ida y vuelta 6. Francisco caminó entre ellos como uno más.

 En este país, donde el narcotráfico impone su reglas de juego, al inaugurar un hogar de adictos, denunció a los mercaderes de la muerte, como en Argentina.

Todo en un solo día. Son las 7 de la tarde, estoy cerrando la jornada, pero antes alcancé a verlo pasar en el “papamóvil” por Copacabana, rumbo al encuentro con un millón de jóvenes en la playa. Estaba exultante, como si nada y en honor a la verdad, estoy que ni me puedo mover.

En ese estado nos sentimos todos los periodistas. Casi arruinados de cansancio y él fresquito en el “papamóvil”, que no aceptó que fuera blindado, ‘pero si con un techito de plástico por si llueve’

De lejos oigo su voz, que reza el padre nuestro, ante miles de banderas de Perú, Bolivia, Chile Paraguay, toda Latinoamérica, Estados Unidos, Líbano, Holanda, Francia, Argentina y están apretados unos con otros, abrazados, aunque no se conozcan. 

‘Estás cambiando el mundo’, le dije, ‘eso dicen’, me contestó”.

 Por Alicia Barrios, enviada especial a Brasil.
http://cronica.com.ar

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